Marcó varios hitos a nivel mundial gracias a la interminable inventiva de nuestros técnicos y al empuje del Vicecomodoro Mario Luis Olezza
Antes de transformarse en el transporte antártico matrícula TA-05 de la Fuerza Aérea Argentina, el McDonnel-Douglas C-47 voló por primera vez en 1944 y participó en la Segunda Guerra Mundial desde una base en Alemania.
Recalo en nuestro país dos años después de acabado el conflicto y termino convirtiéndose en el primer avión que partiendo de suelo americano realizó el vuelo transpolar a través de la Antártida.
Pero para cumplir esa hazaña fue evolucionando a través del ingenio y profesionalidad de nuestros técnicos y se convirtió en el único C-47 de propulsión triple de la historia.
La historia de este avión estará siempre ligada al Vicecomodoro Mario Luis Olezza, el pionero de nuestra navegación aérea en la Antártida.
Con el objetivo en el continente blanco, comenzó a practicar aterrizajes y despegues con otro C-47 en el glaciar Upsala.
Esos primeros contactos ya sugirieron los temas técnicos para tener en cuenta: diseño del conjunto rueda-esquí, peso del avión y potencia; y por eso mismo se comenzaron a utilizar JATO; cohetes que se colocaban debajo del fuselaje y luego se descartaban en el despegue.
En cuanto al conjunto rueda-esquí, se fue optimizando su resistencia y aerodinámica constantemente ya que el avión debía volar con el tren de aterrizaje parcialmente "afuera" lo cual aumentaba el consumo.
En 1962 el primer intento de llegar al Polo Sur culminó con un incendio y destrucción del avión C-47 matrícula TC-33 en la base Ellsworth.
Todos los tripulantes resultaron ilesos, salvo el Vicecomodoro Mario Luis OLEZZA, que salió herido y mereció una plaqueta por "Hecho Sobresaliente" de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos por permanecer en la aeronave hasta último momento para que evacuaran sus compañeros.
Pero Olezza no desistió, desde su oficina del edifico Alas en la ciudad de Buenos Aires, donde tenía una imagen de nuestro país "cabeza abajo", porque el aseguraba que "nuestro norte estaba en el sur", siguió apostando por la Antártida.
Tantas puertas golpeó, que finalmente consiguió el que luego se transformaría en el mítico avión C-47 matrícula TA-05 "El Montañés", en ese momento era el T-05 (el TA corresponde a Transporte Antártico), pero desde el primer momento capitalizó la experiencia con el TC-33.
Los trenes de aterrizaje reforzados con fusión esquí-rueda admitían un peso máximo en despegue de 15500 kg (antes 12200 kg); también un sistema de navegación más sofisticado, radar meteorológico y de navegación, instalación para los JATO para el despegue y 6400 litros de combustible que le permitían una autonomía de 15 horas de vuelo (standard: solo 6 horas).
Toda la tripulación, desde OLEZZA hasta los mecánicos, tenían experiencia antártica y serian acompañados en vuelo por dos monomotores DHC-2 Beaver.
Para tener magnitud de la tarea que les esperaba hay que tener en cuenta que ya en el Continente Blanco los aviones debían ser fijados en tierra por los fuertes vientos (más de 150 km/h) en un viaje anterior el mismo TA-05 sufrió la rotura del empenaje de cola y tuvo que ser reparado "in situ".
Otros dos aviones de la Fuerza Aérea trajeron literalmente un empenaje nuevo, la tripulación y un técnico que viajo desde el continente lo colocaron en 20 horas de trabajo con temperaturas bajo cero y volvieron volando.
El 22 de septiembre de 1965, el TA-05 más los dos aviones Beaver, con apoyo de dos hidroaviones Albatross, un C-54 y un Avro Lincoln en la primera parte del trayecto, partieron de Rio Gallegos recorriendo casi dos mil kilómetros y anevizaron (aterrizar sobre hielo o nieve) en la Base Aérea Teniente Matienzo.
Allí se le retiraron las ruedas al TA-05, ya que de allí en adelante operaria solo con esquíes.
Permanecieron en la base colaborando en el rescate de un avión accidentado y trasladando material para la operación terrestre del Ejército Argentino al mando del Coronel Leal que, en paralelo, estaban viajando por tierra al Polo Sur.
El 29 de octubre volaron hasta la Base Belgrano, cubriendo los 1600 km en 10 horas de vuelo y entraron en contacto radial permanente con la Base Amundsen-Scott del Polo Sur, esperando condiciones climáticas favorables.
El 3 de noviembre fue el día, los tres aviones despegaron de Base Belgrano y llegaron a la Amundsen-Scott, luego de cinco horas y media de vuelo.
Quedaba el salto final hasta la base McMurdo para concretar el vuelo transpolar pero las condiciones no eran ideales, las temperaturas que llegaban a -64°C bajo cero, hacían casi imposible la puesta en marcha de los motores, a pesar de que les habían retirado el aceite (los bidones que lo contenían los tenían guardados en sus dormitorios para que no se congelaran).
Pero el 11 de noviembre la temperatura "ascendió" a -55°C bajo cero y el TA-05 despegó con cuatro JATO (cohetes impulsores), sus motores y turbina con pleno rumbo a la base McMurdo, a la que llegó luego de 7 horas de vuelo.
El TA-05 y su tripulación habían logrado el primer vuelo transpolar partiendo desde América.
La insistencia del Vicecomodoro Olezza había tenido éxito.
La US Navy realizó una inspección de nuestro C-47, remplazando un amortiguador roto, bujías, diales y perillas que se habían roto por la cristalización y el reemplazo de un radiador de aceite. Pero la realidad es que querían estudiar el injerto de la turbina.
El regreso que completaba el doble vuelo transpolar era más ambicioso, despegaron con -58°C bajo cero y se dirigieron hacia la base Amundsen-Scott de donde levantaron vuelo los dos Beaver, pero el TA-05 no anevizó y siguió camino hasta la Base Belgrano, llegando a ella luego de 2822 km de recorrido y más de 13 horas de vuelo.
Unos días después alcanzaron la Base Aérea Teniente Matienzo, donde al TA-05 se le volvieron a colocar sus ruedas y luego se dirigió hacia Rio Gallegos.
El 20 de diciembre, finalmente, retornaba triunfal al Aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires.
Reemplazado luego por los aviones TA-06 y 07 "El Montañés" fue destinado a la Unidad de Búsqueda y Salvamento en Tandil, pero en septiembre de 1969 efectuó su último viaje a la Antártida durante la Operación Marambio marcando otro hito aterrizando en la pista hecha "a pico y pala" y de solo 400 metros.
El 25 de abril de 1970 "El Montañés" realizaba su último vuelo y obviamente al mando del Vicecomodoro Mario Olezza partiendo de la I Brigada Aérea de El Palomar, luego de varios pasajes sobre la provincia y la ciudad de Buenos Aires aterrizó en el Aeroparque Jorge Newbery donde se efectuó la ceremonia de entrega al Museo Nacional de Aeronáutica.
En esta ocasión también transportaba correspondencia con un matasellos especial "Ultimo vuelo del TA-05, pionero de los cielos australes, 12 cruces del Estrecho de Drake, 200 horas de vuelo antártico".
Justamente los doce "pingüinitos Paco" que ostenta orgullosamente el TA-05 en su trompa se deben a esos cruces, los dos primeros corresponden al Doble Vuelo Transpolar.
Este C-47, el único de los 10.174 fabricados con propulsión triple y que figura en el libro icónico "The Legendary DC-3" puede ser visitado en el Museo Nacional de Aeronáutica (Base Aérea Morón - Buenos Aires), un verdadero tributo a la profesionalidad e inventiva de nuestros técnicos, y a la pasión y coraje de los integrantes de la Fuerza Aérea Argentina.
Cuando los técnicos argentinos se encontraban en pleno proceso de transformación, varias veces escribieron a McDonnell-Douglas por consultas respecto del peso total de despegue y la instalación de la turbina, pero no recibieron respuesta.
Años después, algunos integrantes de la empresa estadounidense vinieron a nuestro país y les confesaron: "Nunca les contestamos oficialmente porque no sabíamos que responderles".