Fundación Marambio
Segundo rescate antártico
Con helicópteros Hughes 500D/HM y traslados en Hércules C-130

"Corría el año 1970 me habían trasladado a la VII Brigada Aérea con asiento en Morón, Provincia de Buenos Aires.

Allí comencé el curso de Piloto de Helicópteros, siempre me había gustado poder desarrollar esa actividad aérea, me sentía atraído por el vuelo del colibrí.

Cuando el Jefe de Escuadrón Aéreo, Mayor Zárate Herrera, me llamo para decirme que había sido seleccionado para realizar el curso de Piloto de Helicópteros sentí una gran satisfacción pues eso es lo que quería, estaba a la puerta de mi pasión las alas rotativas, mi alegría era tal que no podía dejar de pensar en ello.

Comencé el curso en un helicóptero Hughes 369 HM fui cumpliendo paulatinamente los patrones del curso y a medida que avanzaba me sentía mas hábil en el manejo de los tres ejes coordinando todos los movimientos para llegar a dominar a esa maquina que a veces se comportaba como un caballo encabritado, llego el momento de mi vuelo solo, ya no estaría el instructor para corregir mis errores, yo tenia que anticiparme a la maquina para guiarla, como, cuando y donde cosa que se logra con horas de vuelo, estudio y concentración, así fui pasando las diferentes etapas del curso.

Con el tiempo logre gran experiencia en este tipo de material y en el año 1971 llego el día de mi primera comisión importante, un rescate en el Continente Antártico.

Yo ya había sentido hablar a los más antiguos de la Antártida, del comportamiento del material aéreo en esa zona extrema, o sea que un conocimiento remoto tenia, ahora era el momento de vivirlo, me preparaba mentalmente para ese encuentro con lo desconocido, era una mezcla de incertidumbre, alegría y temor.

Con un Hughes 500 HM fui al Deposito Antártico de El Palomar, a retirar mi equipo para esa zona, botas blancas con fieltro , medias largas de lana gruesa, pantalón y chaqueta acolchada de color naranja supervivencia, camisetas mangas largas, calzoncillos largos, casquete con orejeras, camisa mangas largas pañuelo para el cuello, una faja para la cintura, anteojos oscuros para la nieve, guantes, mitones y ropa de cama, todo se me entrego con cargo junto con la bolsa aeronáutica, de regreso a Morón preparé mi equipo de vuelo, casco, equipo de supervivencia, cartas de navegación, computador de vuelo, etc., prepare la precomputada del vuelo Marambio, Esperanza, Marambio, por las dudas con distinta intensidad de vientos. Finalizada la actividad me dirigí a mi domicilio cito en Barrio General Belgrano hoy Ciudad Evita.

Al otro día me dirigí a la Base muy temprano prepare mis equipos llevándolos al Grupo Aéreo 7, vi aterrizar el avión C-130 que nos trasladaría a Marambio, se dirigió a la plataforma del Grupo Técnico donde cargo los dos Hughes 500 HM, previo haberles sacado las palas del rotor principal, que eran trasladadas en un contenedor especial.

Todo quedo acondicionado para el despegue, nuestros Jefes (Brigada y Grupos) estaban presentes, nos despidieron, vino la puesta en marcha, con los cuatro motores encendidos rodamos a cabecera en uso, en cabecera aceleradores a pleno soltaron freno y ya en carrera de despegue dejamos pista tren adentro, flaps arriba, control de despegue estábamos en el aire rumbo a Río Gallegos.

Que hermosa sensación de vuelo un suave ronroneo de motores nos deslizábamos suavemente en un cielo azul, atrás nuestro quedaban los distintos pueblos y una tenue columna de humo negro marcaba nuestro derrotero (dejadas por el escape de la combustión de los motores).

Me instale en cabina de pilotos era como estar en un departamento sus ventanas de vidrios repartidos permitían admirar el paisaje, abajo veíamos el contorno de la parte sur de la provincia de Buenos Aires.

Con sus rías en bajamar, mas adelante el mar y a medida que avanzábamos el contorno de la costa patagónica, con sus golfos, penínsulas y cabos ante un mar brillante y azulino.

Era mi primer vuelo en esta zona así que no quería perderme detalles, quería gravarlos en mi retina junto a mis recuerdos mas preciados.

Por la tarde aterrizamos en Río Gallegos, soplaba un fuerte y frió viento en plataforma acondicionaron el avión para el pernocte en espera de condiciones meteorológicas favorables; los meteorólogos harían el seguimiento permanente de las cartas y de los partes meteorológicos.

Nos alojaron en el Casino de Oficiales una simpática casita austral, era otoño hacia bastante frío y en los lugares húmedos había escarcha entre el hielo y por el viento el caminar se hacia difícil.

Por la mañana muy temprano nos levantamos higienizándonos, desayunando y ya nuevamente estábamos listo para la partida, allí se nos plegó un Primer Teniente Medico que nos acompañaría en la evacuación, siendo el reemplazo del medico accidentado.

Nuevamente en el aire que maravilloso espectáculo se brindaba ante mis ojos, el Cabo Virgen, el estrecho, la isla Grande de Tierra del Fuego, los lagos interiores y el mar luego las islas recubiertas de vegetación, pequeños barquitos pesqueros, mas adelante el Pasaje de Drake majestuoso y violento con oleaje permanente y sus olas encrestadas coronadas de espuma blanca en el cabo de Horno.

A partir de este momento el vuelo fue monótono, volábamos sobre mar y me dedique a mirar el panel de instrumentos, velocímetro, compás magnético, radar, el navegador de a bordo me enseñaba de ves en cuando a sacar la estima al próximo punto, ya entrados dentro del Sector Antártico Argentino se empezaron a visualizar los primeros tempanitos, que a medida que nos internábamos iban aumentando su tamaño.

Descendimos a un nivel mas optimo para el vuelo, mejorando la velocidad por factor viento, y a la vez para los pasajeros mejoro la visibilidad pues se podía apreciar mejor el mar con sus innumerables témpanos de diferentes tamaños y color bañados por un sol refulgente que lo embellecía todo.

Todo era nuevo para mí, una satisfacción inmensa me invadía por poder estar y admirar toda esta belleza que se abría ante mis ojos, nunca había imaginado tamaño regalo.

Y eso que era el comienzo, de este estilo de vida que siempre me brindo grandes y bellas sorpresas.

El radar nos mostraba en su pantalla inmensos bloques de hielo, témpanos a la deriva movidos por las corrientes marinas y los vientos predominantes.

Mas adelante se comenzó a divisar parte de la barrera antártica a lo lejos el cerro Cockburn, como un gran pan dulce marrón se levantaba en esa inmensa planicie blanca; a medida que nos acercábamos podíamos apreciar la meseta donde estaban las pequeñas construcciones de la Base Aérea Vicecomodoro Marambio, con su pista bien marcada.

En un esplendido amanecer, se realizo el pasaje de reconocimiento bien bajo posterior viraje a la izquierda, no me daban los ojos para admirar semejantes paisajes con una belleza inusitada, enfrentemos la pista, donde dos tambores ardientes marcaban el umbral de la misma, estábamos debajo del nivel de la pista en un ascenso de plano inclinado.

Que alegría cuanta adrenalina suelta, que emoción pisaría por primera ves el Continente Antártico, ya sobre el umbral se redujo motores se prepara al avión para el toque tipo asalto aéreo sus ruedas suavemente hicieron contacto en esa especie de tierra helada, aplicando reversores y freno a la ves.

El avión vibra todo, para un aterrizaje corto, los ventiladores de los motores cambian su paso de hélice impulsando el flujo de aire hacia delante viento que se ve remarcado por la nevisca que impulsa, cual blanco chorro de aire hacia delante, realmente un espectáculo inimaginable, belleza pura en una postal austral.

Con avión controlado viramos sobre pista con diferente torque de motores para girar sobre el punto hicimos ciento ochenta grados regresando a plataforma donde toda la dotación nos esperaba con mucha alegría ya que seriamos la proyección del continente y ellos.

Los primerizos serian bautizados a la Usanza y Tradición Antártica con un buen revolcón en esa blanca nieve, se bajaron los helicópteros, toda la carga, las sacas de correspondencia, muy valiosa para esa gente que espera el contacto familiar a través de cintas grabadas o cálidas cartas de sus seres queridos.

Rápidamente se comenzó a armar los helicópteros pues comenzó a soplar viento que se incrementaba cada vez más, había que hacerlo rápido pues la contracción por el intenso frío dificultaría la colocación de tornillos y bulones el fuerte viento podría maltratar al material por eso nuestros mecánicos estaban apurados pero trabajaban a conciencia ayudados por todos.

Finalizada la tarea de armado se enfundo a los Hughes 500 HM, se los amarro bien para que pudieran soportar fuertes vientos, el avión Hércules C-130 se puso en marcha y despego antes de que la pista saliera fuera de servicio por viento fuera de norma.

La operación que duraría unas horas se vio retrasada por las condiciones meteorológicas imprevistas como era este viento de 70 nudos (130 K/h) que se había levantado poniendo al aeródromo fuera de servicio para toda operación.

Para mi fue una sorpresa y alegría a la vez pues podía disfrutar de la Antártida mas tiempo, recorrer la meseta ver los acantilados los témpanos recoger algunos fósiles estar y disfrutar de todo porque a pesar de todo era como estar en otro mundo al menos para mi.

Mi imaginación se abría como una gran pantalla donde todo se grababa y mejoraba, a cada momento me decía que suerte el estar aquí, verlo, vivirlo y disfrutarlo lastima no poder compartirlo con los míos; quizás mi Antártida sea diferente a la de los otros que estaban allí en ese lugar, no quería comentarlo para tener solamente mi enfoque personal, no importa yo lo disfrutaba y como.

Nos dirigimos a la casa habitacional, una simpática casita de madera, pequeña pero confortable, la pequeña dotación se había visto incrementada en siete personas, tres pilotos y tres mecánicos y un medico, las cuales no estaban previstas para el pernocte, así que había que preparar cuatro y tres lugares en ambos dormitorios.

Había camas superpuestas de hierro con flejes, buenos colchones, mantas, almohadas y las sabanas y fundas que cada uno había llevado hicieron confortable el alojamiento.

Por ser el mas moderno me toco la cama mas alta, siempre dijeron por ser el mas joven y ágil, y me dieron un plástico como si fuera un cubre cama, por las dudas, me dijeron sonriendo, extrañado pregunte para que es y me contestaron, ya cuando lo necesite se dará cuenta.

Esa noche cenamos, los turnos fueron cada uno a su lugar de trabajo y el resto se fue a dormir.

Yo había colocado ese cubrecama de plástico sobre la cama extendido, si saber, me acosté no me podía dormir porque estaba acelerado a mil con todas las vivencias que había tenido, paso el tiempo y empecé a sentir como si goteara, sí, algo me estaba mojando, mi cabeza estaba a unos sesenta centímetros del techo cuando me sentaba en la cama, como tenia mi linternita a mano mire haciendo un barrido a la cama y al techo allí descubrí que la humedad del ambiente producida por la respiración se condensaba en el techo y caía en forma de gota, lo que me habían dado era para evitar que mis elementos de cama se mojaran, así que cubrí todo con el plástico, metí la cabeza debajo de las cobijas y me dormí profundamente al otro día todos me decían, vio llueve.

Estábamos a la espera de un mejoramiento de las condiciones meteorológicas el viento a media mañana amaino pero se mantuvo con vientos arrachados, nuestro Jefe de Comisión decidió lanzar la operación de evacuación aeromédica para lo cual un Hughes 500 se desplazaría hasta la Base Esperanza, distante unas 70 millas náuticas, mientras que el otro helicóptero se mantendría orbitando en el sector noroeste de Marambio por si fuera necesario su utilización en forma inmediata ante cualquier eventualidad.

Preparamos el material aéreo, realizamos la puesta en marcha, encendimos todos los equipos, despegamos uno se dirigió al destino prefijado y el otro se mantuvo en el sector asignado.

Yo había previsto llevar un bidón de plástico con agua por si era necesario, lo había puesto entre los asientos traseros, hacia mucho frío mas o menos 12 grados bajo cero, la calefacción no daba abasto menos mal que nuestro equipo nos protegía de las bajas temperaturas.

Vi partir al Hughes con rumbo a Esperanza lo seguí con la vista hasta perderlo en el horizonte blanco, manteniendo contacto radioeléctrico con el, estando al tanto de la Operación que se venia desarrollando sin novedad y de acuerdo a lo previsto, al cabo de una hora, ya de regreso le forme y aterrizamos sin novedad, una inmensa alegría me invadió por haber coronado con éxito la Operación ya teníamos al accidentado en Marambio era el medico que operando una garlopa mecánica se había lastimado una mano con cortes muy importantes comprometiendo algunos dedos, sujetos a una raqueta para mantener los tendones, ahora solo restaba esperar al Hércules C-130 y emprender el regreso, desarmaron nuevamente a los helicópteros para el traslado acondicionándolos para su pernocte bajo la atenta vigilancia del personal de mecánicos, la misión fue un éxito, las condiciones meteorológicas comenzaron a desmejorar, realizada la inspección post vuelo mi bidón con agua se había reventado quedando en el piso del Hughes una masa de hielo por el intenso frío, mi temor era encontrarme sin agua ante un aterrizaje de emergencia, cosa ilógica habiendo tanta nieve que al fin y al cabo es agua.

El avión estaba en Río Gallegos a la espera de condiciones meteorológicas; cosa que no ocurrió por varios días los cuales fueron aprovechados al máximo por mí, para conocer y recorrer la base siempre en compañía de algún mecánico aventurero como yo.

Todo era nuevo y majestuoso en ese mundo blanco y silencioso si arrojabas una piedra sentías el impacto contra el suelo, las gaviotas hacían vuelo en onda orográfica permanecido suspendidas si aletear virando las ondas, a lo lejos se sentía como si fueran cañonazos era el ruido producido cuando algún témpano se partía, o, el choque entre témpanos a la deriva.

Marambio solo tenia la casa habitacional un galpón que era la usina y donde estaban las maquinas herramientas, un pequeño deposito donde se almacenaban los víveres mas allá centenas de tambores conteniendo gasoil antártico algunos, otros de color diferente con nafta, aceites, tubos de gas, oxigeno, helio y otros, todo perfectamente ordenado.

La meseta es carente de nieve porque los vientos permanentemente la barren, solo donde hay edificios o tambores se forma una cola de nieve, que con el tiempo se transforma en pie de hielo apresando al material si no es removido, en ese caso hay que esperar el deshielo.

Mas adelante esta la barranca allá en el fondo se ve el mar congelado, próximo a la costa delgados bandejones de hielo lo cubren todo a medida que la profundidad aumenta los témpanos van creciendo de tamaño y altura, el sol y el mar le dan una bellísima coloración de ves en cuando vemos una foca sobre un témpano o algunos pingüinos que han salido de pesca.

Mas allá se levanta una meseta, a simple vista tiene la forma de un gigantesco pan dulce hasta su color es semejante que emerge de ese mar helado atestado de témpanos y bandejones de todo tamaño.

El agua no existe en estado liquido para hacer agua hay una sección con un gran quemador a gas y una olla gigantesca donde se meten bloques de hielo, que se recogen o se cortan en las zonas aledañas, transportándolos en un carro para derretirlos.

El agua obtenida es bombeada al tanque principal de la casa, no hay cloacas ni pozos negros, las necesidades se realizan en el inodoro el cual posee una bolsa tipo residuos con un aro para mantener la boca de la bolsa abierta allí se realiza la deposición, una ves finalizada se saca se ata y se la coloca en tambores especiales que serán trasladados a continente para evitar la contaminación; el personal es consciente y mantiene una conducta ecológica.

Las bases son inspeccionadas permanentemente de acuerdo al Tratado Antártico.

El único contacto con continente se realiza a través de la sección comunicaciones donde se encuentran los equipos, no hay teléfono, radio, ni televisión, existe una completa biblioteca, una sala donde se pasan videos, los casetes se los renueva mensualmente.

Por todas estas razones el personal de la base espera con ansia la llegada de los aviones, los cuales traen noticias frescas del continente, diarios revistas correspondencia, regalos que envían las familias, sobre todo verduras y frutas frescas, el aterrizaje es motivo de gran alegría en todo el personal.

Para mañana se esperan buenas condiciones meteorológicas, preparamos todo para la partida, uno va sintiendo como esa gente va pasando de la alegría de la llegada a la tristeza de la partida, en plena madrugada el avión estará aterrizado nadie duerme todos están a la espera atendiéndonos permanentemente.

Me han regalado un trozo de amonite petrificado con su nácar es algo bello tiene varios millones de años de antigüedad, no tuve oportunidad de recorrer bahía fósil, la pingüinera, la casa de Otto Nordenskjöld, abra otra ves espero.

El avión esta en zona, se prepara todo para el aterrizaje, el Unimog con los bochones de balizamiento esta recorriendo la pista colocándolos y encendiéndolos, en el umbral se encienden los dos tambores, todos están atentos al ruido de los motores buscándolo desesperadamente a ver quien lo ve primero, allá esta grita uno, a donde, a donde y todo es motivo de alegría y jubilo.

El aterrizaje fue impecable, ver esa enorme mole que posa sus ruedas en esa tierra helada, luego el ruido de los reversores aplicados y ver ese flujo de aire con la nevisca que levanta y sale hacia delante es algo único.

Poco a poco se detiene, gira sobre una rueda ciento ochenta grados y viene lentamente hacia nosotros, su rampa de carga se abre y todos corren a colaborar en la descarga.

Los helicópteros son movidos con sus ruedas de traslado e introducidas cuidadosamente dentro de la bodega del avión, primero uno, luego el otro, los contenedores con la palas de rotor principal, todo es colocado siguiendo las indicaciones del Operador de Sistemas de Entrega Aérea, que es el que realiza el peso y balanceo del avión.

Con cintas de amarre especiales se asegura la carga para que no haya movimiento, en el despegue, vuelo o aterrizaje.

Comienza la despedidas, quedan caras largas y tristes, cada uno ocupa su lugar se cierran las puertas viene la puesta en marcha primero un motor, luego el otro y así sucesivamente hasta estar los cuatro en marcha, aceleradores a pleno para romper la inercia, rodaje a cabecera, control de despegue aceleradores a pleno, sueltan freno sentimos el empuje de esos cuatro motores, ya estamos en carrera de despegue, estoy en la cabina viendo todo este trabajo en equipo y afuera el paisaje, allá la pingüinera me comenta el navegador, allá la casa de la expedición de Otto Nordenskjöld, viraje y rumbo a continente.

Me quedo pensando en todo lo vivido en esta nueva experiencia y en la belleza que Dios ha colocado en las distintas partes del planeta, un espectáculo maravilloso.

Hicimos escala en Comodoro Rivadavia y luego directo a Morón realizando la descarga del material, toda la plana mayor de la Brigada vino a recibirnos, felicitándonos por el éxito de la operación."

Autor: Comodoro (R) Antonio Florentino BUIRA
Lic. en Sistemas Aéreos y Aeroespaciales

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