Fundación Marambio

Cuentos para chicos
Las mejores vacaciones

AUTORA: Mónica RODRÍGUEZ DEL REY

Las vacaciones han llegado a su fin. El caluroso verano va cediendo ante el otoño que se acerca. En el mes de marzo, el comienzo de las clases, marca un hecho importante en niños y jóvenes, docentes y familias. Parecería que todo se pone en movimiento. El primer día escolar genera expectativa, alegrías y temores.

Tiago concurre a la escuela acompañado por la mamá y su hermanito bebé mientras que el papá, comparte la apertura en el Jardín de Infantes en donde su hermanita estrenará su delantal de la sala verde.

El regreso a casa ya en el mediodía, fue como el de un loro parlanchín. La nueva señorita, los compañeros de años anteriores, algunas caras de alumnos desconocidos y el aula que estaba en el primer piso, todo era motivo de comentarios.

Tiago concurría contento a la escuela. Una mañana la señorita Noelia, su maestra, les comentó que la Secretaría de Turismo había organizado un concurso literario titulado: "Las mejores vacaciones". Justamente el tema consistía en describir algún lugar turístico dentro de la República Argentina para niños de hasta diez años que concurrieran a establecimientos públicos de la Capital o cualquier provincia. Los ganadores serían premiados con siete días de alojamiento en hoteles de 3 estrellas, pasajes de ida y vuelta para todo el grupo familiar en algún lugar a elección. Él reunía todas las condiciones: tenía ocho años y era alumno regular de una escuela pública. Sólo faltaba un detalle: nunca había salido de vacaciones. Su papá tenía una heladería, por lo tanto en los meses de verano era cuanto más trabajaba. Su mamá era ama de casa. Durante las vacaciones de invierno, las cuentas no daban para poder moverse hacia algún sitio turístico.
El verano que casi finalizaba, había sido extremadamente caluroso. Los cortes de luz obligaron al papá a tirar varias veces los helados, así como su mamá hizo lo mismo con alimentos acumulados en el freezer. Eso no podía contarlo como mejores vacaciones, como tampoco que había ido algunas veces a la casa de su tía Cecilia que vive en Moreno a bañarse en la pileta Pelopincho con sus primos. Quería participar de algún modo y buscaría la forma de concretar su sueño de viajar.

Al regresar al mediodía a su casa, contó como era habitual, todo lo ocurrido en la escuela y preguntó:

- ¿Ma cómo estuvo tu mañana?
- Llevé a vacunar a tu hermanito, pasé por el banco a pagar la luz y compré leche, yerba, galletitas y queso en lo de don Cosme. Y me dio un almanaque.
- Don Cosme está "chapita".
- ¡Tiago! ¿Qué es eso?
- Los almanaques se regalan en diciembre y ya estamos en marzo.
- Se habrá olvidado… De todos modos ya lo colgué en la cocina porque es lindo-dijo sonriendo-. •
- ¿Lindo? En todos hay cachorros de perros o gatos jugando con ovillos de lana dentro de una canasta… -Este es distinto: tiene pingüinos con unos nombres… -Serán las especies: Emperador, de Barbijo, de Magallanes, Rey, Penacho Amarillo...
- Yo creí que los pingüinos eran pingüinos nada más… ¿Dónde aprendiste eso?
- El año pasado, cuando nos llevaron con la escuela a la Feria del Libro, pasamos por el stand de la Fundación Marambio. Nos contaron cómo van, qué hacen, cuánto tiempo se quedan y mostraron fotos. Ahí sí que no hacen turismo. Ahí sí que se la re bancan. Traé el almanaque. Quiero verlo -concluyó entusiasmado...

Contempló largo rato la lámina y, finalmente, dio un salto de alegría:

- Ma, ¡ya tengo las mejores vacaciones!

- ¿Cuáles? ¿Adónde?-se sorprendió la mamá.
- ¡En la Antártida! • -
- ¡Hijito, nunca estuviste ahí!
- No importa, mami. Para el concurso, no seré un niño, sino un pingüino-respondió seguro.

Siguiendo el modelo establecido en las bases que leyó la señora Noelia, Tiago comenzó ahí mismo a escribir:

Las mejores vacaciones

Me llamo Benito. Soy un pingüino Emperador. Tengo ocho años y vivo a orillas del Mar de Weddell. No voy a la escuela porque ella está en la Base Esperanza y queda un poco lejos.

Acá vivimos todo el año de vacaciones. La pista de patinaje está abierta con horario continuado. Lo lindo de verdad comienza cuando comienza la claridad en ese largo día que dura meses. Nos damos cuenta porque, además del calorcito (10º bajo cero) la Base se prepara para el recambio. Por lo que escuché, es a partir de fines de octubre cuando algunos se van y otros vienen.

Llega un gran avión llamado por ellos "La Chancha". De él bajan la comida, el combustible y aparatos que no sé como se llaman pero que sirven para estudiar y medir el clima, la fauna y muchas cosas más. Los recién llegados miran todo con asombro, mientras que los que se van, saludan sonrientes con la mano en alto. Algunos se han sacado fotos con nosotros que somos como los dueños de casa. Antes de que despegue el avión rumbo al territorio argentino continental, se dan abrazos entre los que llegan y los que se van.

De a poco, van recorriendo el lugar y se acercan a nosotros. Les espera un año de esforzadas tareas, lejos de sus familias.

Pasado un tiempo corto, los muchachos de la Base como los llamamos cariñosamente, se reúnen en una casita con una cruz. Con una foca cangrejera nos acercamos para espiar. Vimos una señora muy linda, un señor al lado y un nido con un hombrecito acostado. A veces algunos de la Base cantan ahí adentro. También festejan en el comedor de la Base.

Lo más divertido es cuando llega el carnaval. Se baila en el agua, en el aire y en la costa... La última reina elegida fue una paloma de Orcadas. relinda. En uno de esos bailes conocí a Quirico, el pingüino empetrolado que ahora es una mega estrella de la National Geographic gracias a que lo filmaron durante las tareas de devolverle la salud después del accidente en la costa santacruceña. En la pingüinera se comenta que es agrandado. A mí me pareció simpático. Será porque lo vi bailando con un gorrito anaranjado en su cabeza con tanta gracia que lo aplaudían con toda la furia.

Allí siempre encontramos compañera para anidar meses más tarde. La mía se llama Sofía, tiene ojos muy grandes y un pico hermoso.

Escuché a los muchachos de la Base hablar de Córdoba, Salta o Mar del Plata., pero yo no cambiaría por nada del mundo mis vacaciones en La Antártida.

Pingüino Benito

El trabajo hecho por Tiago para el Certamen literario, fue el elegido para representar a su escuela. Dos meses después en inquietante espera, se anunciaba que por su original idea había obtenido el primer premio. No le costó demasiado elegir el lugar de vacaciones.

regla

Fundación Marambio - www.marambio.aq - Tel. +54(11)4766-3086 4763-2649