Fundación Marambio
Una extraña luz en el invierno antártico

La Antártida es, aún hoy, un lugar accesible para pocos; una terra incógnita plena de leyendas, curiosidades y misterios impensados. Se relatará a continuación una de las muchas historias que jamás han sido contadas.
En el invierno de 1961 se observó una extraña luz desde la playa de la bahía Scotia próxima al Destacamento Naval Orcadas y fue posible obtener el relato de uno de los miembros de aquella dotación quien, pasados más de 50 años, consintió en hacer pública la experiencia que lo tuvo como protagonista.
Mucho más conocidos fueron los avistamientos desde la Isla Decepción y del mismo destacamento Orcadas cuatro años después, en julio de 1965, pero eso ya es otra historia.

El archipiélago de las Orcadas del Sur consta de dos grandes islas denominadas Coronación y Laurie, rodeadas por un conjunto de islotes menores. Su relieve es accidentado, con montañas, acantilados abruptos y glaciares.

En 1903, el barco “Scotia” del expedicionario escocés William Speirs Bruce quedó varado en los hielos, lo que obligó a los hombres de Bruce a pasar todo el invierno en la Antártida. En un pequeño istmo que era el lugar más plano y habitable de la Isla Laurie construyeron una precaria casa con piedras del lugar y maderas del barco (la “Omond House” de la que persisten sus ruinas), crearon un observatorio meteorológico y recorrieron la zona para cartografiarla, por lo cual muchos topónimos de estas islas son de origen escocés, como la Bahía Scotia, al sur del actual destacamento argentino, o la isla Ailsa Craig, frente a dicha bahía, llamada así por su parecido con la isla volcánica escocesa de igual nombre. Al llegar el verano el barco zafó de su varadura, Bruce pudo dirigirse a Buenos Aires y transfirió el observatorio al estado argentino para que sus estudios tuvieran continuidad.

Así, en 1904 el 22 de febrero, se fundó la primera base antártica argentina, que resulta ser hoy la base con personal permanente más antigua del mundo. Se localiza en las coordenadas 60º44'20"S 44º44'17"O, en un delgado istmo que tiene acceso marítimo desde el norte por la bahía Uruguay y desde el sur por la bahía Scotia. Solo se accede por mar, no hay suficiente espacio para una pista de aterrizaje.

Francisco (Tito) BURZI (nacido el 23 de octubre de 1937) invernó en Orcadas como radiotelegrafista civil, ya que desde siempre sintió pasión por la radio y es al día de hoy un reconocido radioaficionado con licencia LU3EAQ, integrante del GACW, entidad que nuclea a los especialistas en radiotelegrafía que se comunican en código morse, aunque Tito también es un activo participante en las modernas redes sociales por internet. Estuvo en Orcadas en 1961, pero recuerda muchas anécdotas como si hubieran sucedido ayer, lleva en el corazón el lema que repiten quienes invernaron en la Antártida Argentina: “Cuando llegaste apenas me conocías, cuando te vayas me llevarás contigo”.

EL RELATO DE TITO BURZI

Fundación Marambio- Quisiera que cuentes, Tito, qué sucedió aquella noche de invierno en 1961.

- Aquella noche, los diez integrantes de la dotación fuimos testigos de un misterio que quedó sin develar. Serían las 20, aproximadamente, noche cerrada, pleno invierno, tal vez en junio o julio, esa noche no había luz de luna. Salí fuera de la casa-habitación, no recuerdo a hacer qué cosa, y para mi sorpresa vi una luz naranja-rojiza, como si fuera el faro de un automóvil, que se deslizaba sobre la Bahía Scotia con movimientos oscilantes, como un buque que cabecea en las olas. Es decir, pensé eso pero la bahía estaba congelada hasta el horizonte, era imposible que fuera un buque. Llamé al comandante, el Teniente de Corbeta Oscar Padilla, y luego al resto de mis compañeros. Todos veíamos lo mismo. La luz avanzaba con suavidad. El equipo electrógeno ya estaba apagado, así que fui a encenderlo de nuevo, mientras el jefe de radio Oscar Atienza fue a poner en marcha los equipos para barrer las frecuencias y ver si había algún buque en la zona, pero no, además ¡era imposible debido a la altura del año!. La luz en cuestión siguió avanzando con su movimiento oscilante hasta perderse detrás de la isla Ailsa Craig, en el medio de la bahía. Quedamos a la espera de que aparezca por el otro lado de la isla, pero no lo hizo. El comandante dejó constancia de esto en el libro del destacamento, no volvimos a hablar del tema y con el tiempo perdí contacto con él. Nunca nos enteramos qué pasó realmente. Hasta ahora (2013) nunca había comentado esto por temor a que se mofaran de mi. En la base éramos tan solo diez invernantes, todos en su sano juicio y todos vimos lo mismo, además el jefe de la base dejó constancia del hecho, hoy alguien en la Armada podría buscar ese documento y comprobarlo.

- Tito ¿Cuánto duró el avistamiento, aproximadamente?

-No te se decir cuánto tiempo duró el avistamiento, lo que sí te puedo decir es que fue un buen rato, considerando que para poner en funcionamiento los equipos de radio había que hacer arrancar primero el motor del generador para tener la energía (220v), luego recorrer las frecuencias para ver si había algún buque en la zona, con resultado negativo. Y luego de todo esto todavía se lo seguía viendo, con un movimiento oscilante de arriba hacia abajo, como si fuera el cabeceo de un barco en navegación, hasta que se ocultó detrás de Ailsa Craig para no volver a aparecer. Ya dije que el mar estaba congelado hasta el horizonte.

- ¿Y no intentaron tomar fotografías?

- No. No se hubiera podido. En ese año solo Atienza y yo teníamos cámara, y eran cámaras comunes. Tampoco teníamos película de alta sensibilidad para fotografiar una luz en la noche. Teníamos un laboratorio blanco y negro en el destacamento.

- Pero no me queda claro en que dirección avanzaba la luz, partiendo del dato de que ustedes miraban hacia el sur, la Bahía Scotia es la bahía sur del istmo de Isla Laurie, ¿correcto?.

- Exacto, estábamos mirando hacia la Bahía Scotia, al sur, y la luz avanzaba desde Cabo Murdoch hacia Ailsa Craig, si tenés un mapa de la Isla Laurie lo verás. O sea, de Oeste a Este. Aún esta fresco en mis retinas lo visto aquella noche, y a esa hora todavía no habíamos tomado nada, ja, ja!

COMENTARIOS Y CONCLUSIONES

La dotación 1961 de la Base Orcadas estaba integrada por: Tte. de Corbeta Oscar Padilla (comandante), Dr. Roberto Mamet (médico), Cabo 2° José Morales (maquinista), Cabo 2° Oscar Albarracín (cocinero), Marinero Alejandro Bazar (Prefectura Naval Argentina) y los agentes civiles Carlos Astarloa (meteorólogo), César Ojeda (jefe de meteorología), Oscar Atienza (jefe de radio), Juan Fernández (meteorólogo encargado de sismógrafo) y el ya citado Francisco Burzi (radiotelegrafista).

Hay que precisar que Ailsa Craig está a escasos 7 km al SSE de la costa, justo en medio de la bahía, frente al destacamento, es posible visitarla en bote durante el verano y a pie durante el invierno, caminando sobre el pack de hielo. En la época de los acontecimientos, tanto la Isla Laurie como Ailsa Craig estaban unidas por el mar congelado, que continuaba hasta el horizonte. Además, era imposible que un barco transitara el lugar, los barcos en la Antártida solo operan en la temporada de verano, aún en nuestros días. El hecho de que los observadores hayan encendido la radio buscando comunicación, significa que pensaron en dar auxilio ante una posible emergencia, en la creencia de que la enigmática luz era de origen humano. Los diez integrantes de la dotación estaban solos en toda la isla, hacia el norte estaba deshabitado el refugio inglés de Cabo Geddes (refugio que aún se conserva y, como entonces, continúa habilitado para emergencias). No había persona capaz de transportar ese foco oscilante sobre el pack de hielo. Además, máxime si nos situamos en los principios de los años 60, todas las operaciones marítimas y aéreas, así como las expediciones terrestres, requerían apoyo meteorológico de las bases cercanas, en previsión de emergencias que –lamentablemente- no son infrecuentes en la Antártida. Fundación MarambioSería descabellado y suicida hacer una larga travesía sobre el pack en una noche oscura sin informar a las bases próximas, en esa latitud donde el sol se oculta poco después de las tres de la tarde.

En junio de 2014 fue posible entrevistar en conjunto a Tito Burzi y a Oscar Atienza, para tratar de ampliar la información. Atienza (nacido en 6 de febrero de 1932) también es radioaficionado como Tito, pero manifestó haber olvidado aquel incidente, de hecho admite que pasados más de 50 años, muchas historias antárticas ya se han borrado de su memoria. También reflexiona que si (según Tito) su tarea fue dedicarse a rastrear frecuencias en la radio, es probable que no participara de la observación directa, lo cual sería un motivo más para olvidarla. Tal omisión no es producto de la negación o el descreimiento, el mismo Atienza agregó otros datos interesantes, pero esta vez es Tito Burzi quien no los recuerda. Oscar Atienza relató que en esa misma invernada se realizaron varias observaciones diurnas de objetos sólidos que se movían alto en el cielo, con desplazamientos cambiantes, repentinos, incompatibles con los de un avión o un helicóptero. Entre la dotación corrieron rumores acerca de “ovnis”, palabra que por entonces no estaba integrada al vocabulario popular y se la mencionaba con cierto recelo –señaló.
Hasta aquí llega el relevamiento de datos que fue posible recabar sobre este incidente. Es una historia muy simple pero con ingredientes suficientes como para constituir un enigma hasta hoy. Quizás un día, tal como se ha hecho en otros países, se desclasifiquen las informaciones sobre estos temas y aparezca el informe técnico del comandante Padilla para aportar elementos documentales que permitan revisar el caso con los recursos que ofrece la tecnología actual. Mientras tanto, la luz rojiza que se vio en Orcadas ese invierno de 1961 continuará siendo un misterio.

Autor: Profesor Rubén Morales
Psicólogo Social y docente en la Universidad del Salvador (Buenos Aires Argentina), que ha escrito artículos sobre temas antárticos en el Boletín del Centro Naval (ARA), en el boletín de la Asociación Pingüinera del Comando Antártico de Ejército, en la web de la Fundación Marambio y en el BAS Magazine (publicación del BAS Club, del British Antarctic Survey, Inglaterra). En 2011 recibió el premio Almirante Irizar del Centro Naval al mejor artículo antártico.

Fundación Marambio - www.marambio.aq - Tel. +54(11)4766-3086 4763-2649