Fundación Marambio
Un pedazo de mi vida, un pedazo de historia antártica
por el Suboficial Mayor (R) EDB Rubén Antonio DABIN

En los Boletines de Noticias que publicamos periódicamente, invitamos a quienes lo deseen, a colaborar y participar con nosotros; haciéndonos llegar artículos y/o anécdotas de temas Antárticos, para publicarlos en nuestra página www.marambio.aq que nos ayudan a lograr los objetivos de esta Fundación.

En respuesta a esta constante convocatoria, el Suboficial Mayor (R) Expedicionario al Desierto Blanco Rubén Antonio DABIN, quien fue integrante de la Dotación Antártica XI (1979/1980) de la Base Marambio , nos adjunta una nota con distintas vivencias en su paso por la Antártida Argentina, en un mensaje, que nos decía:

"Señor Presidente de la Fundación Marambio,

disculpen el atrevimiento; desde el momento en que entré y conocí vuestra página www.marambio.aq , pensé que después de tantos años que pasaron, que estuve en esa querida Base Marambio de la Antártida Argentina (Dotación XI -1979/80), sería adecuado enviarles una de las tantas anécdotas que sucedieron durante nuestra permanencia en el Continente Blanco.

Se las envío adjunto y espero les agrade y la puedan publicar en la página por la cual los felicito porque realmente está muy bien hecha y muy linda y si todos colaboramos con nuestro granito de arena, se hará mucho más grande.

Respetuosamente quedo a vuestra disposición."

Agradecemos su ayuda al Suboficial Mayor DABIN y a continuación, ponemos a disposición de ustedes la narración de distintos hecho que fueron parte de su vida Antártica.

LA HISTORIA DEL CARUSITA

En la campaña 79/80 fuimos a Marambio un grupo de Técnicos de Electrónica del CELPA-2 (siglas éstas del Centro de Experimentación y Lanzamiento de Proyectiles Autopropulsados) con asiento en Mar Chiquita, para instalar un radar meteorológico de un programa en conjunto con la NASA.

A la vez, este radar; el MPS-19 también podía servir para ayudar a ubicar a las aeronaves para el aterrizaje en la pista.

Bueno, la cuestión es que había que emplazarlo a la altura de uno de los extremos de la pista, por lo que se encontraba a unos 500 a 600 metros de las edificaciones de la Base.

Todos los días nos íbamos caminando hasta ese lugar por la mañana para realizar las tareas ordenadas y regresábamos al atardecer, salvo los que tenían que cumplir turnos de agua y residuos.

Mas o menos por abril, en un día en que había nevado y dirigiéndonos hacia el radar, el suscripto, (Cabo Primero en ese entonces) y como había como medio metro de nieve bien esponjosa, se me dio por hacer tumbo carnero desde donde estaba el edificio de la usina hasta el Radar, a ver si aguantaba (cosas que uno hace a veces para romper la rutina).

Por supuesto, no llegué hasta la meta, debo haber hecho unos 15 metros y no aguanté mas, pero lo que lamenté realmente fue que en esas rodadas, se me cayó del bolsillo, el Caruzita, ese encendedor tan preciado en aquella zona, porque siempre encendía, y funcionaba con gasoil, kerosene, nafta o cualquier combustible.

Lo busqué durante una semana desandando el camino recorrido, pero sin suerte.

Entonces lo dí por perdido definitivamente, pero como siempre hacíamos por el mismo camino, unos quince días después, cuando empezó a haber deshielo, un día mas que íbamos al trabajo, veo algo que brilla con la luz del sol, y ¡OH sorpresa!, encontré mi caruzita, lo tomé, lo gatillé y ¡ENCENDIÓ! La llama siguió estando mientras le caían gotitas de agua, les cuento que todavía lo conservo como uno de los recuerdos más lindos de los tantos que tengo de mi año en Marambio.

LA LAUCHITA

En una de las varias veces en que llegaba el Hércules C-130 con materiales y provisiones para el mes, y estando en la descarga de los víveres, tuvimos una visita inesperada y sorpresiva.

Entre los cajones, apareció bastante asustada una lauchita que hizo un viaje de 7000 kilómetros para visitarnos.

La gracia es que al sentir el barullo que metíamos todos, animándonos y hablando a los gritos porque los motores estaban en marcha, el animalito salió corriendo rápidamente como lo hacen todos estos bichitos y bajó por la rampa del Hércules a toda velocidad, pero fue un pique que fue disminuyendo a medida que entraba en el hielo hasta que se detuvo para siempre, lamentablemente su carrera duró aproximadamente 3 metros...

LA MOSCA

Habían llegado algunos científicos de la DNA. (Dirección Nacional del Antártico) para realizar algunos estudios y estando compartiendo el almuerzo, andaba una mosca revoloteando sobre la mesa, ya hacía como 2 días que vivía en el comedor y la habíamos adoptado como mascota, (se imaginan ver una mosca en la Antártica).

La cuestión es que claro, para nosotros era intocable, pero hete aquí que uno de estos señores que recién llegaban del continente, cuando la vio, fue instintivo, levantó las manos y la aplaudió, en fin la cazó de una, la mosca por el frío andaba algo corta de reflejos y murió aplastada.

Pero, lo que no me olvido es la cara que puso cuando toda la Dotación se le fue encima a increparle porque nos había matado la mascota.

EL PADRENUESTRO

Hace poco en una reunión en el Casino de Suboficiales de la II Brigada Aérea de Paraná – Entre Ríos, me encontré con el Suboficial Mayor (R) Carlos Alberto RASCH, y charlando de la época en que concordamos en Marambio me hizo recordar la anécdota del Padrenuestro.

Fue cuando tuvo un accidente muy grave el personal Civil del Grupo 1 de Construcciones; Don TOFFOLINI, quien recibió un golpe en la nuca con el gancho de una grúa, cayendo desmayado y golpeando con la frente contra un riel quedando casi muerto.

Asistido por el médico de la Base, Dr. Gechelín, quien lo atendió inmediatamente comportándose estupendamente, haciendo lo imposible para mantenerlo con vida, con los pocos medios de que disponía hasta que llegue el auxilio, se llamó a la asistencia médica del continente, ¡Había que evacuarlo lo mas rápido posible!!. (aunque todos sabíamos que el avión demora alrededor de 7 horas en llegar desde Buenos Aires a Marambio).

Desde la I Brigada Aérea, con asiento en El Palomar – Provincia de Buenos Aires, ese mediodía despegó en un vuelo de emergencia sanitaria un avión Hércules C-130; mientras tanto en Marambio se dispuso todo lo necesario para trasladarlo en “la chancha”.

Encima el clima no ayudaba para nada, vientos de 70 Km. por hora, frío intenso, y algo de nieve cayendo.

Pero, gracias a Dios el piloto, Comodoro BELTRAMONE, el más baqueano en aquella zona y su tripulación, que estaba integrada también con el actual Presidente de la Fundación Marambio, el entonces Suboficial Principal Juan Carlos LUJAN, pudieron llegar después de 6:45 horas de vuelo directo y aterrizar en Marambio.

Con la premura y los cuidados del caso, despegó de nuevo de regreso al continente, hizo escala en Río Gallegos para recargar combustible y arribó en El Palomar a las 04:00 horas, del día después.

He aquí, lo que recordaba RASCH, cuando me decía: ¿Te acordas gringo cuando nos hiciste arrodillar con 20º bajo cero en la pista, a todo el personal a rezar un Padrenuestro para que Dios lo cuide al Tofo y le guarde la vida?

Y por supuesto, nadie durmió esa noche, estábamos todos atentos a lo que nos informaban los operadores de radio que estaban en permanente contacto con la nave que lo trasladaba, fue así que nos enteramos que el Tofo entró en coma dos veces en ese vuelo, pero hoy después de muchas operaciones quirúrgicas goza buena salud en San Benito una localidad cercana a Paraná donde vive actualmente.

Y yo le contesté: - Viste que la oración en medio de la pista no fue en vano… Gracias a Dios y la fe que le pusimos hoy todavía podemos ir a tomar unos mates con el querido Tofo.

FUTBOL EN LA PISTA

Para celebrar el Fin de Año se hizo un desafío entre la Dotación y el Grupo I de Construcciones para un partido de fútbol, supongo que también fue para levantar el ánimo de la gente por el problema que teníamos de que se había roto la cámara frigorífica y se nos había echado a perder la mayoría de los víveres perecederos que teníamos guardado para celebrar el Año Nuevo y…se armó el partido de fútbol.

Se desarrolló en la pista de aterrizaje, teniendo como arcos los tambores de 200 litros que usábamos normalmente para balizar la pista, los botines fueron las botas de goma, la Dotación se distinguió con su buzo azul, y el Grupo de Tareas con remera blanca, aunque para el segundo tiempo cuando se calentaron los cuerpos, terminamos la mayoría en camiseta ballenera.

Recuerdo como anécdota del partido en que a mi me anularon un gol (con el que hubiéramos ganado) porque como había cambios libres, y en el momento de la concreción del gol, el jugador reemplazado de mi equipo no había salido totalmente de la cancha cuando ya había entrado el sustituto, entonces el referí lo anuló porque teníamos un jugador de mas en la cancha.

El resultado final fue empate 2 a 2 y después tuvimos una cena en la que festejamos todos y no hubo muchas cargadas, salvo las risueñas por las “pifiadas” y porrazos que nos dimos, cuando se empezó a “formar pie de hielo” al menguar el sol y bajar la temperatura; una porque nadie ganó el partido y otra porque estábamos todos agotados (se notó la falta de entrenamiento).

La crónica de este partido salió en un diario de la Patagonia, se muestra a continuación:


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