Fundación Marambio
Semblanzas de Antonio Moro
Por el 2do jefe de la expedición, Coronel Dr. Jorge MOTTET

A pesar de los muchos años transcurridos recuerdo vividamente a quien resulto dentro de su modestia una de las figuras singulares de aquella primera expedición argentina a la Antártida Continental, el señor Antonio Moro.

Un problema de difícil solución fue encontrar un cocinero.

Nuestro deseo era llevar a alguien que perteneciera a las filas militares, sin embargo nadie respondió a la requisitoria por lo cual el coronel Pujato decidió dirigirse al Servicio Meteorológico Nacional buscando a alguien que ya hubiera servido en esa capacidad en las Islas Orcadas del Sur. Así fue que se presentó un hombre de diminuta figura y cara graciosa, albañil de profesión y con algunos conocimientos de cocina. Tenía 46 años y por su edad sería el mayor del grupo.

Había pasado un año en las Orcadas como cocinero y todos los informes eran muy buenos.

Además de su oficio era extra de cine y había actuado con el famoso actor Luis Sandrini a quien Moro lo consideraba su amigo.

Hacìa dos años que se había casado y tenia una hijita de seis meses a la que adoraba.

Sus conocimientos como cocinero no eran muy avanzados; su verdadero deseo era ir como intendente de la base a fundar.

Su versatilidad era extraordinaria por lo que llegamos a un acuerdo: además de cocinero sería intendente de la base.

La incorporación a nuestro plantel de ese hombre múltiple fue un paso muy importante en nuestra preparación previa.

Por ejemplo, por su consejo se llevaron 800 metros de vías "Decauville" y cinco zorras para facilitar en tierra el movimiento de las cargas.

El mismo se encargó de la instalación, y gracias a eso pudimos acelerar y facilitar el proceso del movimiento de las cargas pesadas.

En otro orden de cosas hasta podría decir que merecía el título de técnico pontonero porque una de sus obsesiones fue construir un puente que uniera nuestro islote con el continente.

Prácticamente sin ayuda - porque nadie creía en la necesidad de lo que estaba haciendo - dedicó horas, días y semanas para establecer ese enlace.

Cuando lo terminó fue el único que alcanzó a usarlo porque a la mañana siguiente el puente había desaparecido arrancado por un pedazo de témpano que paso flotando entre el islote y el otro extremo.

Pero "el viejo Moro" no era un hombre que se entregara fácilmente.

Con el mismo tesón volvió a la tarea como antes.

Como una ironía del destino al día siguiente de su terminación pasó flotando otro enorme pedazo de hielo y volvió a destruirlo como al anterior.

Basado en su experiencia en las Orcadas había planeado plantar flores en Bahía Margarita pero eso era una utopía.

Sin embargo llevó una planta de rosas y otra de azucenas. La explicación patriótica que le dio es que rosa empieza con R y azucena con A, que son las iniciales de Republica Argentina. Por supuesto que ni la planta de rosas ni la de azucenas sobrevivieron a las bajas temperaturas del interior de nuestra casa habitación.

La traumática experiencia vivida a nuestro regreso cuando el barco que nos transportaba a Ushuaia quedó atrapado por seis días por el mar congelado (pack).

También lo tuvo a Moro en papel protagónico.

Los enormes rumbos y averías producidos en el casco del Bahía Aguirre consecuencia de las embestidas contra el mar congelado al tratar de zafarse de su apresamiento fueron provisoriamente reparados con la ayuda de los conocimientos de albañilería de Antonio Moro.

Eso evitó que el barco siguiera "haciendo agua" y se hundiera.

Para ello usó hasta colchonetas mezcladas con portland para taponar los agujeros en el casco del barco.

Después de servir mas de cinco años como Secretario General del Instituto Antártico Argentino "Coronel Hernán Pujato", debido a que por las circunstancias políticas que vivía el país decidí autoexiliarme en los Estados Unidos.

Entonces perdí contacto tanto con Moro como con el resto de mis compañeros y no supe más nada de ellos.

Sin embargo se que invernó otra vez en la Base Esperanza y que un puerto de desembarco allí construido con su colaboración lleva su nombre como homenaje a su perseverancia y a su ejemplo.

La personalidad de Antonio Moro, hombre humilde y respetuoso pero de características destacadas, hacía que la convivencia con él fuera siempre placentera.

Por razones de edades casi similares estaba muy cerca del Jefe de la Base pero eso no lo alejaba de nuestro grupo.

"Su cocina" era un buen lugar de reunión, especialmente cuando hacía un pan tipo lactal al que le llamamos "pan Moro".

Antes de partir para la Antártida participó en cursos especiales para cocinar algunos platos especiales pero nunca tuvo la posibilidad de ponerlo en práctica y no fue su culpa.

Durante el viaje las cámaras frigoríficas del barco dejaron de funcionar y hubo que decomisar prácticamente casi todos los víveres perecederos.

Hoy el recuerdo de Antonio Moro, a quien considero uno de esos héroes anónimos que no hacen noticia y pasan desapercibidos, me llena de orgullo y de nostalgia por haber sido su jefe y sobre todo, su compañero de expedición.

Coronel (R) Expedicionario al Desierto Blanco
Dr. Jorge Julio Casimiro MOTTET
desde Vero Beach, Florida, Estados Unidos

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