Operaciones Preliminares
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En el invierno del año 1969 el mundo entero quedó maravillado con la llegada del hombre a la luna y presenció por televisión un despliegue de ciencia y técnica avanzada, pero nuestros Antárticos no lo vieron, porque entonces no llegaban a esos confines las emisiones televisivas.Los integrantes de la Patrulla, que después sobre el terreno se llamó "Soberanía", acondicionaban sus picos, palas, barretas, carpas, equipos de comunicaciones, víveres y otros elementos no tan sofisticados como
los que se llevaron a la luna que fascinó a la humanidad y llegaron con coraje y sacrificio a un lugar inexplorado, donde plantaron un modesto mástil de cañas con la Bandera Argentina y comenzaron a vivir esta epopeya en los hielos.
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Cuando se planificó la operación, se pensó cubrir la distancia entre la Base Aérea Teniente Matienzo y aquella isla, por tierra, a través del mar congelado, pero la falta de consistencia de la capa helada en el canal que separa la isla del continente, paso obligado en el itinerario, presentaba la operación sumamente riesgosa; entonces se iniciaron los preparativos para el viaje por aire.

Se preparó para la expedición el pequeño avión monomotor DHC-2 "Beaver" matrícula P-03, el cual descansa en el Rincón Antártico del Museo Nacional de Aeronáutica; al que se le había cargado algunas carpas, un modesto grupo electrógeno, herramientas, medicamentos, comestibles y otros elementos de supervivencia.
Todo estaba decidido y cuando las condiciones meteorológicas mejoraron, desde la Base Matienzo partió el avión "Beaver" con su equipamiento normal para las características del terreno, es decir con esquíes, el cual sobrevoló, tripulado por e Teniente Oscar José POSE ORTIZ de ROZAS, Jefe de la Base Aérea Teniente Matienzo y del Suboficial Principal Ramón Alberto VELAZQUEZ, las inmediaciones de la isla en busca de un lugar apto sobre el mar congelado, que le permitiera anevizar.
Una y varias veces pasó sobre el lugar elegido, hasta que anevizó con un suave toque sobre la superficie helada del mar en la Bahía López de Bertodano, con la valiosa colaboración de otro avión Beaver de la Armada Argentina, quedando así abierta la posibilidad del nacimiento de Marambio.

Este fue solo el primer punto del arriesgado y difícil plan y no había tiempo para dilaciones, mientras un grupo comenzaba a subir a la meseta los pertrechos, el Beaver regresaba a Matienzo en busca de nuevos materiales y más personal, repitiendo esta operación varias veces, hasta quedar instalado el campamento.