Fundación Marambio
Otra faceta de Olezza... Escritor

Alocución del Director de Investigaciones Históricas de la FAA
Comodoro VGM (R) Oscar Luis ARANDA DURAÑONA

En la presentación de la reedición del libro "El Valor del Miedo",
obra póstuma del Vicecomodoro Mario Luis OLEZZA

Antes que nada debo felicitar a la Dirección de Asuntos Antárticos de la Fuerza Aérea Argentina por la feliz iniciativa de recordar el medio siglo del primer vuelo transantártico y transpolar editando por segunda vez el libro "El Valor del Miedo", obra póstuma del Vicecomodoro Mario Luis Olezza.

Además de felicitar, deseo agradecer al Comodoro Mayor Roberto Luis AGUIRRE por haberme invitado a exponer sobre Olezza tocando un tema que, quizás, su actividad de aviador, de organizador o de explorador antártico, relegan a un segundo plano, me refiero a la destreza literaria del autor.

Para demostrar lo que acabo de afirmar, voy a tomar como referencia "El Valor del Miedo", un libro que cada vez que lo releo me vuelvo a preguntar por qué no ha sido descubierto todavía por los argentinos aficionados a las bellas letras.

En ese sentido, les aseguro que no exagero, con la experiencia acumulada después de más de 30 libros corregidos y editados por la Dirección de Estudios Históricos de la Fuerza Aérea, me animo a sostener que "El Valor del Miedo", es uno de los pocos textos escritos por oficiales de la Fuerza Aérea que evidencian talento artístico o literario.

Para que compartamos las mismas ideas, permítanme que les explique que entiendo por texto literario: la más ortodoxa de las definiciones dice que es el conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados que, al estar compaginados según un orden determinado, crean una nueva realidad, distinta a la que se desprende de los diccionarios.

Esa especie de irrealidad o de nueva realidad que la lectura crea en nuestra conciencia es la que le otorga identidad a la obra escrita. Cuando un escritor consigue producir ese efecto, se puede aceptar que ha logrado la esencia del fenómeno literario que no es otra cosa que la recreación de un mundo nuevo construido a partir de sus percepciones, sensaciones y sentimientos.

Olezza, el autor de "El Valor del Miedo", "Lejos del Sol", "Había una vez en la Antártida" y "Poder Espacial, ¿una cuarta fuerza?", el notable ensayo por el que recibió el premio 'Pampero', opinaba sobre sí que era bastante desprolijo para escribir y que tenía el defecto de redactar en borrador, sin ningún plan, por ser desordenado e impaciente, y que apresuraba demasiado la palabra pues corría muy rápido su pensamiento.

De ser cierta esta autodefinición, que no tengo fundamentos para dudar, solo me animo a conjeturar que Olezza era un escritor intuitivo, dotado de una gran inspiración.

Sin ir más lejos, el ejemplo que acabo de citar, la comparación entre la velocidad de traslación de su palabra escrita y la de su pensamiento, incluida en la introducción es una metáfora excelente para explicar su forma de redactar que, puesta en ese lugar, en la introducción, logra los dos objetivos básicos de cualquier comienzo de un libro que se prepara para ser leído: llamar la atención y ganarse la buena voluntad del lector.

Pero este libro da más señales del talento literario de Olezza, en primer lugar la potencia descriptiva, la convicción que le imprime a la voz del narrador que, en primera persona, nos describe las operaciones aéreas, o la lucha interior libró consigo mismo para imponer la voluntad a sus hombres y convencer a sus superiores para alcanzar un objetivo que se había autoimpuesto con la finalidad de engrandecer las alas de la patria y consolidar la Soberanía Nacional, por ejemplo:

"Estábamos a 50, 40, 30, 20, 10 metros del suelo. Fui colocando el avión en posición de toque, con los motores impulsando su máxima potencia continua, el bastón de mando hacia atrás, levemente atrás, la velocidad disminuía: 100, 90, 80... Veía correr ya, por el costado izquierdo, de reojo, las formas onduladas y granuladas de la nieve. Despacio, suave, lento. ¡Tocamos de golpe! Nos sorprendió la frenada brusca, los esquíes se hundieron, cabeceó el C-47 hacia delante, di motor, mientras sostenía el mando hacia atrás... Se detuvo. Anevizados a la fuerza, no hubo forma de moverlo..."

Pero, además de esta fuerza, su prosa está llena de figuras de la retórica, como ejemplo, cito solamente, la anáfora o repetición de las palabras que como una letanía instalan un sentimiento en el subconsciente del lector:

"Miedo a la tristeza de la partida, a esa lágrima que no se llora, a la sonrisa que se esconde, al beso que no se da, a la caricia que se escapa por no poner los sentimientos a flor de piel.
Miedo al placer del regreso.
Miedo a volar y a no volar; a cruzar desiertos increíbles, distintos, extraños; a traspasar mares de olas revueltas como si fueran rebaños asustados huyendo de la nada; a descubrir montañas, de cabelleras que parecen nubes y a veces son nubes.
Miedo al delirio de transferir nuestra propia imagen a la del paisaje; a los espejismos, a esos lagos azules que parecen flotar entre formas de témpanos, entre vacío de grietas, entre cataclismos de siglos, de milenios..."

De igual jerarquía literaria es el oxímoron utilizado en el título, donde yuxtapone dos sustantivos de significados antagónicos como son el "valor" y el "miedo", la oposición entre dos significados de distinto signos crea una gran tensión en la percepción del lector.

Todas estas herramientas de retórica, son recursos que utilizan los escritores con oficio, por esa causa, retomo el interrogante del comienzo y pregunto por qué debieron transcurrir treinta años para que un grupo de seguidores y admiradores del autor se decidieran a publicarlo y porqué debieron pasar otros diez para que, gracias a otros admiradores, apareciera una segunda edición.

Realmente no lo sé. Es cierto que, en una época banalizada como la que vivimos, el tema puede aburrir al lector acostumbrado a los escándalos visuales o a los relatos pasatistas de las revistas de peluquerías. También es cierto que esa temática está acotada por los márgenes angostos del mundo aeronáutico y antártico, y que las reflexiones, los sentimientos patrióticos que defiende parecen destinados nada más que para el nicho de lectores de la argentina profunda, para aquellos conciudadanos que veneran los símbolos patrios y a los próceres que lucharon por la independencia.

En mi modesta opinión el Olezza escritor, nos dejó esta joya como un secreto legado para que, poco a poco, las generaciones futuras la fueran descubriendo y enamorándose del vuelo, de la Antártida y de los valores más puros de nuestra nacionalidad.

Cierro estas palabras con un pensamiento del General Jorge Edgard Leal:

"Desde algún lugar del infinito cielo hasta donde dio motor con los aceleradores a fondo, Olezza debe estar contemplando esperanzado a su país y al Continente Blanco."

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