Fundación Marambio
Primer Vuelo Nocturno
en la Antártida Argentina

Anécdota del Suboficial Mayor (R) EDB Jorge Rubens GARAVANO

En ese entonces yo me encontraba destinado en la Base Aérea Teniente Matienzo de la Antártida Argentina, como integrante de la Dotación Anual 1967/8.

Era mi segunda Campaña Antártica, la primera había sido cuando integré la Dotación Anual 1964/5.

Mi especialidad: Mecánico de avión.

Ese año 1967, el relevo de la Dotación y una determinada cantidad de carga general, se efectuaba mediante la utilización de un buque polar noruego contratado al efecto, que se llamaba Martín Karlsen.

Lamentablemente este barco, ni el Rompehielos General San Martín (Q4) no había logrado llegar hasta la barrera de hielos Larsen, debido al espesor de la capa de hielo que cubría el mar de Weddell.

Por esta razón la Dotación de relevo y la carga general para la Base Matienzo, se había desembarcado en la Base de Ejército Esperanza.

Fue así que se inició el relevo de personal y el reaprovisionamiento de la Base Matienzo, por vía aérea, utilizando para ello dos aviones monomotor Beaver DHC-2 de dotación de esta Base.

Finalmente el traslado de parte de esta carga entre Esperanza y Matienzo, también se realizó utilizando trineos arrastrados por dos vehículos semioruga Sno-Cat y sobre el mar congelado, mediante una Patrulla integrada por 4 hombres que habían partido desde Base Matienzo y de la que el suscripto también participó, conduciendo uno de estos vehículos (pero esa es otra historia).

Ahora retornemos al tema del traslado de la carga por vía aérea y del Primer Vuelo Nocturno en la Antártida.

Lamentablemente en el transcurso de esos vuelos de reaprovisionamiento, uno de los aviones sufrió un problema técnico que lo dejó completamente fuera de servicio y sin posibilidades de operar nuevamente.

Continuamos con un solo avión, el Beaver DHC-2, matrícula P-05 y para volar nos alternábamos los tripulantes, una tripulación estaba formada por el entonces Capitán Julio Florentino LUJÁN y como mecánico el Suboficial Ayudante José Benito DÍAZ y la otra tripulación la integrábamos el entonces Teniente Oscar POSE ORTÍZ de ROZAS y el suscripto como mecánico.

Hay que tener en cuenta que debíamos trasladar prácticamente 500 toneladas a razón de 350/400 kg por vuelo, por ello y cuando las condiciones meteorológicas lo permitían, realizábamos la mayor cantidad posible de vuelos diarios entre las Bases Antárticas de Esperanza y Matienzo, tratando de aprovechar al máximo las horas de luz natural, antes que llegara el invierno y se vieran reducidas nuestras posibilidades de volar.

En la Base Matienzo aterrizábamos al sur de la misma, en el campo de hielo que en ese entonces la rodeaba.

En la Base Esperanza aterrizábamos sobre el glaciar, cuya superficie no era totalmente plana, sino que tenía un pronunciado “lomo”.

En esta Base había quedado un Grupo de Tareas a cargo del entonces Alférez Jorge Alberto VALDECANTOS, cuyos integrantes entre los cuales se encontraba el entonces Cabo Principal Juan Carlos LUJÁN, nos preparaban la carga que luego debíamos trasladar.

Fue así que el día 11 de Abril de 1968, y tal como hacíamos cuando la meteorología lo permitía, iniciamos desde primera hora los vuelos del “Puente Aéreo”.

Por distintas circunstancias (muy comunes en la Antártida), entre vuelo y vuelo, nos fuimos demorando, sumado a ello también que la luz del día se iban acortando.

Mientras estábamos cargando el avión (carga general y combustible), para realizar el último vuelo del día, desde Esperanza a Matienzo, en un determinado momento con el Teniente POSE empezamos a considerar el hecho de que estaríamos arribando a Matienzo con las últimas luces del día, pero el afán de concretar el traslado de esos 400 kg. de carga nos impulsaba a hacerlo, ya que el invierno estaba cerca y las horas de luz natural se reducían, por ello debíamos hacer el mayor traslado de carga mientras nos fuera posible, para intentar así lograr pasar el año.

Efectuamos el despegue y casi de inmediato notamos que teníamos fuerte viento de frente, lo que prolongaría más de lo previsto el tiempo de vuelo, que normalmente insumía 02:00 hs. aproximadamente.

Cuando estábamos lateral a lo que es hoy la Base Marambio, comprendimos que a Matienzo íbamos a llegar de noche.

Avisamos esto a Matienzo y entonces el personal con la urgencia del caso, salió y preparó unas rudimentarias (pero muy útiles) balizas, con tachos de aceite, trapos y gas oil.

Cuando ya llevábamos casi 02:40 hs de vuelo y estimando que aún faltaban mas o menos 20 minutos para llegar, ya era noche cerrada, casi no se distinguía ningún obstáculo, a todo esto parecía que el avión Beaver no avanzaba, frenado por el fuerte viento en contra.

Con Oscar nos mirábamos y nos dábamos aliento y palabras de confianza, hablábamos de cualquier cosa para no mencionar la situación en la que nos encontrábamos, pero los dos interiormente, pedíamos a Dios que nos diera una mano!! A todo esto el indicador de combustible seguía descendiendo.

Por radio desde Matienzo nos decían que ya estaba todo listo para que pudiéramos aterrizar sin inconvenientes, pero primero teníamos que llegar..!

De pronto a lo lejos y en medio de la noche vimos brillar unas luces que parpadeaban (resultaron ser las de un Sno-Cat, desde donde nos trataban de orientar).

A medida que nos acercábamos fuimos detectando la hilera de balizas que los muchachos habían preparado.

Al llegar efectuamos un sobre vuelo del lugar para tener idea de cómo estaba todo y entonces observamos que “haciendo” las veces de cabecera de pista se encontraban sendos Sno-Cat con sus luces encendidas y entre uno y otro, unas 12 o 15 balizas que marcaban el eje de la pista.

Finalmente el Teniente POSE aterrizó el Beaver magistralmente...como si fuera de día.

Al bajar del avión, nos abrazamos con POSE y de inmediato nos rodearon los muchachos quienes en medio de abrazos y gritos de alegría, lograron disimular la angustia que nos embargaba.

Posteriormente y mientras “amarraba” el avión, agradecí profundamente a Dios por ayudarnos y protegernos en esos momentos.

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