Fundación Marambio
Espíritu Güemesiano en la Antártida
Autor: Comandante General GN (R) EDB Blanco Pablo PÉREZ

Autor: Comandante General GN (R) Expedicionario al Desierto D. Blanco Pablo PÉREZ

UN LARGO VIAJE

El 22 de octubre de 1976 zarpaba desde el puerto de Buenos Aires a bordo del buque de transporte ARA Bahía Aguirre de la Armada Argentina con destino al continente antártico.

Ese gigante blanco de 14 millones de kilómetros cuadrados que se encuentra al sur del paralelo 60º.

Allí donde no crecen árboles, donde no hay población autóctona ni estable.

La Antártida es la región más fría e inhóspita del planeta, la que más ha demorado en incorporarse a los conocimientos geográficos de la humanidad y la que mayor resistencia sigue ofreciendo a la inquietud investigadora del hombre.

El interés internacional por su conocimiento comenzó a tomar impulso a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

Fue en este último siglo que se emprendieron y concretaron importantes acciones por parte de los países con pretensión soberana y/o intereses sobre el continente, a los que se han ido sumando paulatinamente otros estados.

Estas acciones se concretaron en expediciones organizadas para llegar con personal y medios técnicos-científicos para la exploración y la investigación.

A tal fin se instalaron bases (construcciones adecuadas para la supervivencia del hombre en aquellas inhóspitas regiones).

Hacia una de ellas, la Base de Ejército Esperanza, situada en el extremo de la península antártica, iba destinado a pasar un largo año y en la que iba a ser protagonista de un hecho histórico trascendente.

La República Argentina ha demostrado siempre una marcada y definida vocación antártica jalonada por importantes hechos de esfuerzos, sacrificios, espíritu solidario y heroísmo.

Después de seis días de navegación llegamos a Ushuaia, último punto del continente americano antes de internarnos en los mares de abismales profundidades que rodean a la Antártida.

Luego de completar la carga de combustibles y otros elementos para la provisión de las bases antárticas zarpamos junto con el Rompehielos ARA General San Martín (Q-4) en dirección a las Islas Sándwich.

Este rompehielos fue adquirido en Alemania en 1954, siendo en ese momento uno de los dos más modernos y poderosos del mundo.

EL SECTOR ANTÁRTICO ARGENTINO

Nuestra pretendida soberanía sobre el sector antártico comprendido entre los meridianos 25º y 74º de longitud oeste y 60º de latitud sur tiene como límite Este las Islas Thules del grupo de las Sándwich del Sur y cuya ocupación el gobierno argentino había decidido materializar durante ésa campaña de verano.

Nuestro país en base a indiscutibles títulos jurídicos, legítimos e imprescriptibles derechos territoriales y por razones históricas, geográficas, geológicas y administrativas-legales ha establecido por Decreto-Ley Nro. 2101 del 28 de febrero de 1957 el sector, que ya había sido definido por la Comisión Nacional del Antártico el 12 de marzo de 1947.

Ese sector, sobre el que reclamamos reconocimiento de soberanía se encuentra totalmente comprendido dentro del sector pretendido por el Reino Unido (20º y 80º longitud oeste) y parcialmente por el sector que reclama la República de Chile (53º y 73º longitud oeste).

El único país que reconoce soberanía argentina sobre la parte que excluye sus pretensiones es Chile.

Luego de siete días de navegación, no sin algunas dificultades, por averías y condiciones meteorológicas («campos de hielo», formados por témpanos que se desprenden en verano desde los glaciares antárticos y barreras de hielo), arribamos a las Islas Sándwich donde se procedió a desembarcar el personal y los elementos transportados para la construcción de la base «Corbeta Uruguay».

Justamente esta nave de nuestra Armada Nacional fue protagonista del espíritu solidario y el heroísmo que caracteriza a la vocación antártica argentina, al concretar en noviembre de 1903 el histórico rescate, que asombró al mundo, de la expedición científica sueca al polo sur a cargo del profesor Otto Nordenskjöld.

Esta expedición había salido de Suecia a fines de 1901 y debía regresar a fines de 1902.

Se la dio por perdida a principios de 1903, generando la consecuente y lógica preocupación de la comunidad internacional, por la suerte que habrían corrido aquellos intrépidos viajeros en esas gélidas e inhóspitas latitudes.

Suecia, Francia y nuestro país se ocuparon, sin previo acuerdo, de organizar la búsqueda y el rescate.

Difícil tarea, pues en aquel tiempo no se contaba con buques adecuados para navegar en esas regiones.

Y le cupo a la Corbeta Uruguay al mando del Vicealmirante Julián Irizar (entonces Teniente de Navío) concretar tal hazaña, inscribiendo una página de gloria para la Armada Nacional y logrando el reconocimiento mundial, por la proeza realizada.

Continuando con nuestro viaje llegamos a las Islas Orcadas.

Cabe mencionar que con la ocupación del Observatorio meteorológico en este lugar a partir del 22 de febrero de 1904, la República Argentina se constituye en el primer país del mundo en materializar en forma oficial, la presencia permanente e ininterrumpida en la Antártida (constituyendo un hecho de suma importancia para nuestra reclamación de soberanía sobre el sector).

Luego de visitar la base del Reino Unido, en la Isla Signy, del Grupo de las Orcadas, ya que en nuestro sector coexisten bases de los países reclamantes de soberanía en el mismo, arribamos a la Base de Ejército Esperanza, después de 34 días de navegación.

Esta base fue creada en 1952 y fue su primer jefe el entonces capitán D Jorge Edgard Leal.

Este orgulloso salteño, digno hijo de la estirpe güemesiana que en 1965, ya coronel, clavara la bandera de la Patria y dejara una imagen de la Virgen del Milagro, en el mismo Polo Sur, junto a otros nueve integrantes de la expedición.

Siendo Jefe de Base en Esperanza en 1953 hizo construir un refugio, inaugurado el 23 de octubre, con el nombre de General D. Martín Miguel de Güemes.

En 1957, siendo Jefe de la Base General Belgrano, Leal hizo construir otro refugio al que denominó Salta y uno de los vehículos que llegó al Polo Sur en 1965, también llevaba el nombre de la provincia, cuna del General Güemes.

Nuestras bases además de concretar la presencia soberana en el sector, sirven de apoyo a los investigadores científicos que, en el desarrollo de importantes programas, anualmente realizan actividades de campo que se traducen en resultados que se comparten con la comunidad internacional.

En este sentido el aporte de los esfuerzos argentinos ha enriquecido a la ciencia universal en una importante cantidad de disciplinas.

EL TURISMO EN LA ANTÁRTIDA

Nuestro país tiene el privilegio de ser el iniciador del turismo antártico, en 1958, con el empleo de dos buques de transporte de la Armada Nacional.

Desde entonces se ha ido incrementando esta actividad.

Durante mi permanencia existía un buque de turismo que dos veces en verano llegaba a visitar la Base de Ejército Esperanza, procedente de Sudáfrica la primera y de Ushuaia la segunda.

El gobierno Argentino en un acto administrativo soberano creó la delegación de Migraciones en dicha Base en la que Gendarmería Nacional en cumplimiento de las funciones delegadas por la Dirección Nacional de Migraciones efectivizaba el ingreso legal al territorio argentino de los turistas extranjeros que visitaban la Base.

También el Oficial de Gendarmería que integraba la dotación de la Base cumplía, entre otras, funciones delegadas por el Registro Nacional de las Personas, en la Oficina de dicho organismo.

EL PRIMER ANTÁRTICO ES ARGENTINO

Consecuente con la vocación antártica señalada al comienzo, el gobierno argentino implementó que el personal de relevo de nuestra dotación a fines del año 1977, lo hiciera acompañado de sus respectivos grupos familiares, conformándose así el núcleo poblacional que dio origen al Fortín Sargento Cabral.

En el mes de diciembre de aquel año llegó el matrimonio compuesto por el Capitán Jorge Emilio Palma, su esposa María Silvia Morello y sus hijos.

La esposa del Capitán llegaba en avanzado estado de gravidez y a las 08.40 horas del día 7 de enero de 1978 dio a luz al primogénito polar meridional Emilio Marcos PALMA.

En mi carácter de Jefe del Registro Civil de la Oficina Nro. 2506 del Registro Nacional de las Personas suscribí el Acta Narró 1 del Libro de Nacimientos y expedí el Documento Nacional de Identidad número 26.185.401.

De esta manera fui protagonista de este hecho trascendente que constituyó el primer nacimiento ocurrido en el continente blanco.

A este sucederían otros siete nacimientos que dieron a nuestro país el mérito de que fueran argentinos los primeros ocho hijos del continente antártico.

Recién 6 años después, en 1984 se produce un nacimiento (de otra nacionalidad) en una base chilena.

El alborozo, el júbilo y la emoción nos invadió a todos los que ese día tuvimos el privilegio, de ver y tocar al recién nacido.

Mi recuerdo y homenaje a esa madre por su valentía y amor a la Patria, porque si bien un parto es lo más natural del mundo, en caso de complicación no existía siquiera la posibilidad de una urgente evacuación segura.

Al mes siguiente, en febrero de 1978, en un viaje mucho más rápido que el de ida, en un avión Hércules de la Fuerza Aérea regresé a la parte continental americana de nuestro país, con la satisfacción del deber cumplido y agradeciendo a DIOS por la experiencia vivida.

Estamos en este solar en que se respira aire de Patria, convocados por la figura emblemática y señera del general GÜEMES, a quien deseo expresarle:

Mi General:

" Así como Ud. luchó, hasta dar la vida por legarnos, esta Nación libre e independiente, quiero decirle que los antárticos, contagiados de ese espíritu de lucha irrenunciable, hemos contribuido con nuestro aporte en la defensa de la soberanía de esa proyección de PATRIA que late en la Antártida y en la que hubieron quienes ofrendaron sus vidas y algunos quedaron para siempre, entre los hielos, como eternos testigos de nuestros reclamos soberanos.

Por eso con el nombre de Salta y Güemes su alma patriótica se siente en la Antártida."

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