UN DÍA EN LAS ORCADAS
por el Sr. Carlos Guillermo CANOSA

El día 29 de enero de 2007, como integrante de la Dotación 2007 llegué a Orcadas junto a mis compañeros de la FAA, el Suboficial Principal Luis FRANCO (Geomagnetista) y el Suboficial Auxiliar Raúl AMAYA (Jefe de Estación Meteorológica).
No bien desembarcamos nos abocamos con los integrantes de la dotación anterior a las tareas específicas. Prácticamente a las dos semanas ya nos habíamos hecho cargo plenamente de las tareas inherentes a nuestra actividad. ¿Cómo es un día en la Base?

Todos los días aclara muy temprano (en verano), alrededor de las 3:30 de la mañana y las actividades empiezan a las 7:00 con un desayuno rápido, continuando las tareas de la especialidad (esas no se detienen nunca, ya que meteorología esta activa las 24 horas del día, los 365 días del año). Al mediodía almuerzo. Lo único que puede hacer variar la rutina es si tenés turno de guardia de base, que consiste en recorrer la misma por los generadores de la usina cada 3 horas para reponerles combustible y tomar nota de una serie de parámetros que sirven a su mantenimiento técnico, luego hay que recorrer el depósito de víveres y las cámaras frigoríficas y los depósitos de las calderas, todo esto cada tres horas.
A la noche cenamos, la verdad, se come muy bien. Los sábados a la tarde es día de limpieza general y cada uno de nosotros tiene asignado un sector de la casa principal, aparte de su lugar de trabajo diario. Además hay que mantener actualizados los papeles necesarios de nuestra actividad específica. En fin, como se verá, trabajo no falta, pero por lo que vislumbro hay que tratar de no caer en lo rutinario. No nos podemos quejar por que tenemos una muy buena biblioteca, televisión a través de DirecTV e Internet. Hay también para jugar al pool y al metegol. Y también está la posibilidad de caminar un poco, pero no hay mucho por donde hacerlo por el exterior de la base. Es un terreno bastante difícil, tapizado de piedras. Y lo que nunca pensé es lo mucho que se extraña la luz del sol, ya que si hemos tenido desde que llegamos el 29 de enero, cuatro o cinco horas de luz de sol es mucho. El resto de los días ha estado completamente nublado.

En lo personal, siento un gran orgullo por estar en esta base decana, la más antigua de la Argentina y del continente antártico. Uno aprecia el esfuerzo de todos nuestros antecesores que nos marcaron el camino, que se sacrificaron dejando algunos hasta su vida. A veces uno siente la tentación de quejarse, sea por lo que sea, pero debemos mirar cómo vivían ellos, nuestros antecesores. Omond House, construida totalmente en piedra (la primer casa antártica) no se puede comparar con las comodidades que gozamos hoy día.

Aquí todo se potencia, los sentimientos marchan a todo vapor por dentro de uno. Empecé a apreciar en toda su dimensión la importancia de la familia, que al tenerla siempre al lado nuestro damos por descontado muchas cosas, todo el cariño y contención que nos brinda, los amigos, su presencia en espíritu en estas islas tan agrestes pero hermosas. Se sienten raras sensaciones, orgullo como exprese antes y una gran carga, un escalofrío recorre también el cuerpo al tomar conciencia que de miles de millones de habitantes del planeta, formamos parte del grupo de esos miles de afortunados en conocer y trabajar en estas tierras. Luego, si todo sale bien, nuestros hombres quedarán grabados para siempre en los listados de las dotaciones permanentes que aquí invernaron.

Al caminar por la isla Laurie (lugar de asiento de la base) sobre todo en las noches, no me canso de admirar esta belleza tan extraña que posee, la paz que se siente al estar lejos de nuestro mundo tan globalizado que tenemos. Se toma conciencia real sobre como debe uno comportarse en sociedad; nuestra pequeña sociedad que integramos con los hombres de la Armada. Cada uno debe cumplir con su deber, pero también debe realizar tareas que hacen al bien común, como por ejemplo el "hacer agua", la limpieza, el apoyarse el uno en el otro y valorar fundamentalmente entre nosotros la tarea que cada uno realiza en función de aportar al funcionamiento común de esta, nuestra pequeña sociedad.

También al observar la fauna que es natural de la isla, no deja de asombrarme la cantidad de lobos marinos, pingüinos, etc. que se observan, sus comportamientos. Se siente la naturaleza a pleno, su fuerza y provoca en mi una sensación de paz y bienestar el grito de los lobos marinos y el efecto de eco causado por rebotar contra los cerros colindantes de esta base.

Con estas reflexiones he querido relatar, espero que medianamente bien, un día de vida en las islas Orcadas del Sur.

SPV I Guillermo CANOSA
Observador Meteorológico FAA


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